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"Intensamente"

  • Lizbeth Landin
  • 2 ago 2021
  • 3 Min. de lectura

Al ser el manejo de nuestras emociones un tema tan cotidiano y tan complicado, la mayoría de las veces por el tipo de educación que recibimos respecto a saber expresarlas o dominarlas, hoy aplaudimos el hecho de llevar al cine su control sobre todo a un sector clave de nuestra sociedad: los niños.

Esta película logra dar una radiografía de cómo el cerebro funciona y en especial las emociones humanas. Los animales a diferencia de nosotros los humanos, permanecen por así decirlo con este sistema mucho más puro, ya que para nosotros es un sistema en el cual nuestros educadores “graban” todo tipo de mensajes y esa información más adelante interrumpe la conexión entre el mensaje que sucede afuera, la percepción y el acomodo de esta información como la respuesta que viene de las emociones y que va directamente al cerebro...

Los humanos somos la especie más complicada, los animales literalmente “subsisten”, expresan sin pensar cómo serán evaluados por los otros, atacan cuando lo tienen que hacer y sus conflictos son de vida o muerte; nosotros intentamos hacerlo no por la vía biológica inconsciente, lo hacemos mediante la “Aceptación", "el amor” ( mal entendido) el "reconocimiento” y es por medio de los otros que nos aprueben y digan: “el es”, “el vale”, “el merece"…

La película hace una especial referencia a unas “islas” donde la persona guarda sus herramientas emocionales que hacen que su vida tenga un sentido como lo es la familia, las amistades, los pasatiempos que tienen que ver con las habilidades y la parte espiritual; estando a su vez dichas islas o estructuras estrechamente relacionadas con la autoestima de una persona ya que nos nutrimos de estos sistemas, que nos proporcionan un concepto de nosotros mismos y que logran validar al ser humano, pues nos dan un significado de la vida por estas funciones que desarrollan proporcionándonos una gran satisfacción y el mensaje de ser importantes, deseables, valiosos y bienvenidos.

Las emociones, por su parte tienen una función fundamental en la vida, ya que sirven para responder a la demanda que viene del exterior. Por ejemplo el enojo o furia pone límites señalando hasta dónde se puede o no tolerar estímulos no gratos del exterior.

El desagrado nos ayuda a comprender nuestra personalidad y a darle validez a nuestros valores, creencias y gustos.

El miedo nos puede venir muy bien para salvaguardarnos de situaciones donde hay que cuidarnos, es un previsor y un aliado...

La alegría es la que nos abre la puerta a lo nuevo, la que nos hace ver las cosas como una ganancia y nos ayuda para adaptarnos a lo que se presenta en el camino, nos ayuda a crecer en la autoestima porque nos demuestra que todo es posible...

La tristeza por su parte, es fundamental, y tratamos de evadirla, esconderla y de darle la vuelta, cuando viene a salvarnos, a replantearnos cómo queremos vivir; a cambiar, a expresar lo que necesitamos, lo que sentimos y lo que nos duele o extrañamos, la tristeza es la mejor forma de ayudarnos a liberar y limpiar nuestro ser, cuando este se encuentra “atrapado” y también nos ayuda a conectar con las personas que son importantes para nosotros y se preocupan por nuestro bienestar.

Esta película entre todos los temas de los que podemos hablar sobre la complejidad el cerebro humano, nos deja un tipo de educación para el desarrollo de la inteligencia emocional, la podemos ver toda la familia y para los niños es mucho más fácil el comprender lo que pasa internamente con toda la información que llega de fuera y que afecta directamente la parte más vulnerable del ser humano que es la de las emociones.

Felicidades a los productores y a quienes gozamos de esta información tan pedagógicamente creada para beneficio de nuestro diario vivir.


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